Hay una esencia en mi memoria olfativa que es imborrable. Oscila entre el fango y la tierra. Es el río.
Mi sentido más sensible para recordarlo es a través de su aroma. Mis manos lo vuelven a explorar sutilmente.
Mis oídos se pierden en su quietud. Mis ojos son testigos de su transformación.
Existe un duelo después de perder un sentido. Vivirlo es caer repentinamente en un vacío confuso y
desconocido que, después de una profunda agonía, se vuelve un nuevo mundo.
Nuestro cotidiano está bombardeado por imágenes, siendo nuestra visión el más frecuente
y masivo canal de comunicación. “Ver para creer”, dicen. Nos condicionaron a conformarnos con ver
sin explorar más allá de este sentido.
Para Rosa, en su vejez, todo se volvió paulatinamente oscuridad pura. El tacto, el olfato, el gusto
y el oír trascendieron como una nueva forma de digerir y sentir la realidad.
Sus sueños toman relevancia, logran ser una oportunidad para reencontrarse con familiares
e imágenes de coloridos paisajes. Soñar es viajar hacia aquello que escapa a su percepción.
Ella, como espectadora de una escena que recordará nostálgica al despertar.
que bonito tu proyecto 🙂
Estimada Loreto:
Hermosa puesta en escena de la memoria y el sentir de tu abuela.
Citas al apostol Tomás que -ante la incredulidad de la resurrección de Jesús- señala «ver para creer». El mismo Jesús le cambiará el discurso y le expresará «creer para ver».
Es lo que hace tu abuela y muchas personas, especailmente mujeres como mi madre QDEP y nos contaba e interpretaba sus sueños.
Los sueños, como el relato, construyen realidad. Tú has ReConstruido la nueva realidad de tu abuela. Sigue soñando y reconstruyendo la realidad con tu Arte.
Recibe mis felicitaciones, de un pequeño soñador despierto que gracias a su estadía en la metropolis de Concepción, hoy sigue construyendo sueños.
Desde Osorno, con admiración:
Felicitaciones, a tú abuelita, igual sigue disfrutando la vida en el campo a pesar de su perdida de visión. Y para tí que pone mucha atención en su abuelita.